Agrega eso sí que la Ecoeficiencia no debe significar una reducción de la funcionalidad, seguridad o calidad de lo que ofrecen.
En los últimos seis años, la economía del mundo ha consumido 500.000 millones de toneladas más de materias primas, es decir, un 70% más de lo que el planeta es capaz de regenerar, y el porcentaje de circularidad llega sólo a un 8,6% (the Circularity GAP Report, 2022), datos que encienden las alarmas acerca de la urgente necesidad de corregir la forma en que producimos y consumimos, sobre todo si más del 80% del impacto medioambiental de un producto se determina en la fase del diseño, razón más que suficiente –explica el CEO de Green Leader Environmental & Sustainability Services, Javier Ramírez- para reconfigurar el desarrollo en clave sustentable a través de la economía circular.
En efecto, una de las fórmulas más efectivas para incorporar la Economía Circular como tal en un proceso productivo es a través del Ecodiseño -precisa el CEO de Green Leader- ya que se logra una mirada de campo sobre la actividad productiva, lo que es muy provechoso a la hora de (re)diseñar productos y servicios sostenibles. “El tener una visión general te permite identificar cada una de las etapas del proceso para ir adoptando medidas que minimicen el impacto ambiental. Logras identificar los puntos dentro del ciclo de vida del producto y/o servicio que ambientalmente son críticos, y sobre esa base definir criterios de funcionalidad”.
‘Nuestros servicios en Economía Circular para la industria minera –explica Javier Ramírez- tienen una línea base que parte en el Ecodiseño. A partir de la información que levantamos con nuestros clientes, analizamos todo el proceso, el ciclo de vida de los recursos, la materialidad, la sustitución por otros más sustentables, la incorporación de tecnología, etc, y sobre ese escenario definimos cuál es la mejor estrategia para la gestión de los recursos. El ideal siempre va a ser aumentar los niveles de circularidad, sin embargo, existen casos en que no se puede reutilizar el residuo y la solución pasa –idealmente- por transformarlo en materia prima de otra industria”.
De desecho a materia prima
Para el CEO de Green Leader, “esa vinculación productiva de las industrias es muy interesante de desarrollar porque en vez de llevar el desecho al vertedero o relleno sanitario, das paso a la Simbiosis Industrial, donde lo central está en el flujo de recursos entre empresas que están geográficamente cerca. Australia tiene bastante desarrollado este modelo de economía circular en el sector de la minería con la creación de ecoparques industriales como el Parque Ecoindustrial de Coolum (Queesland) y el Parque Ecoindustrial en Kwinana (Australia Occidental). Chile debe avanzar en esta línea de concatenación, pero deben generarse los incentivos para que haya una descentralización territorial de la futura oferta y se promueva la creación de ecoparques, por ejemplo, en las zonas donde se realiza la actividad minera. La Región de Antofagasta tiene todas las condiciones para ello”.
Cultura de lo duradero
A diferencia de la ‘cultura de lo desechable’ que marcó gran parte del siglo XX, uno de los grandes desafíos de este siglo está en las antípodas de ello, está en la fabricación de productos más duraderos que puedan ser reparados y reciclados más fácilmente, pues de esa manera –explica el Ingeniero Civil Químico, Javier Ramírez- se pueden ir mitigando los efectos negativos sobre el medioambiente.
“Nuestra minería del cobre y del litio tiene grandes oportunidades de avanzar hacia la economía circular a partir del ecodiseño, y, por defecto, avanzar hacia una minería más verde y más sustentable, cuyo impacto en el combate al cambio climático sea efectivamente mayor que el impacto que genera su producción”, precisó el CEO de Green Leader, añadiendo que frente a la importante demanda mundial de estos minerales al 2050, será crucial que la industria minera siga avanzando en la identificación de los puntos críticos ambientales de su proceso productivo para resolver -con la mejor estrategia posible- cómo gestionará sus recursos, la materialidad y sus ciclos de vida, ya sea reutilizando, reparando, reciclando, o cambiando el tipo de material, junto con aplicar más tecnología e innovación.
Productos y servicios más inteligentes
Javier Ramírez agrega que el desafío de la sustentabilidad va también para los proveedores de la minería. “Las empresas que participamos del ecosistema minero tenemos que sumar al propósito de hacer más verde la actividad productiva, tener un rol más proactivo para ofrecer a la industria productos y/o servicios cada vez más inteligentes, que respondan a la necesidad de consumo, sin que ello signifique una reducción de la funcionalidad, seguridad o calidad de lo que ofrecemos. Ésa será nuestra ventaja competitiva como proveedores, y quienes no se adecúen a esa necesidad de la industria, por una cosa natural de oferta/demanda, terminarán siendo excluidos del mercado”.
Señaló que la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP) es el ejemplo más conocido para entender la importancia de la economía circular desde el ecodiseño, que busca –en términos simples- evitar que los residuos lleguen a los rellenos sanitarios o vertederos, y que, por el contrario, esas materias primas vuelvan a tener uso. “Nuestro país ha venido realizando interesantes esfuerzos desde la política pública con la Ley REP, con la Hoja de Ruta de la Economía Circular, y con la Ley Marco para el Cambio Climático, entre otras normativas, sin embargo, este camino es un desafío de largo aliento que exige un trabajo articulado y en sintonía entre todos los actores del ecosistema minero, para que los esfuerzos se potencien y se logren los objetivos trazados de una minería verde y sustentable”.